Una eyección de masa coronal, de tipo Carrington, pasa muy cerca de la Tierra
18 de mayo de 2014: El mes último (desde el 8 al 11 de abril), científicos, funcionarios del gobierno, planificadores de emergencias y otras personas se reunieron en Boulder, Colorado, con el fin de asistir al Taller sobre Clima Espacial (Space Weather Workshop, en idioma inglés), de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration, en idioma inglés, o Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, en idioma español). Este taller es una reunión anual que tiene como objetivo debatir sobre los peligros y las probabilidades de que ocurran tormentas solares.
El actual ciclo solar es más débil que lo usual; de modo que, en consecuencia, podríamos esperar un sencillo encuentro. Pero, por el contrario, los pasillos y las salas de reuniones bullían con entusiasmo por una intensa tormenta solar que estuvo a punto de tocar la Tierra.
“Si hubiera tocado tierra, todavía estaríamos recogiendo los pedazos”, dice Daniel Baker, de la Universidad de Colorado, quien presentó la charla “El Principal Evento de Erupción Solar en Julio de 2012: Definiendo los Escenarios del Clima Espacial Extremo” (The Major Solar Eruptive Event in July 2012: Defining Extreme Space Weather Scenarios,en idioma inglés).
Este paso tan cercano tuvo lugar hace casi dos años. El 23 de julio de 2012, una nube de plasma o “EMC” (“CME”, por su sigla en idioma inglés) salió despedida desde el Sol a una velocidad de 3000 km/s, más que cuatro veces más rápido que una erupción típica. La tormenta atravesó la órbita de la Tierra pero por suerte nuestro planeta no estaba allí. En cambio, golpeó a la nave espacial STEREO-A. Los investigadores han estado analizando los datos desde entonces y llegaron a la conclusión de que la tormenta fue una de las más potentes que se han registrado en la historia. “Podría haber sido más fuerte que el Evento Carrington mismo”, señala Baker.
Se denominó Evento Carrington a una serie de ponderosas EMC que golpearon la Tierra de frente, en septiembre del año 1859, desencadenando así auroras boreales tan al sur como en Tahití. Las intensas tormentas geomagnéticas hicieron que las líneas telegráficas del mundo sacaran chispas, incendiando así algunas oficinas telegráficas y también inhabilitando la ‘Internet victoriana’. En la actualidad, una tormenta similar podría tener un efecto catastrófico sobre las redes de energía eléctrica modernas y sobre las redes de telecomunicaciones. Según un estudio llevado a cabo por la Academia Nacional de Ciencias (National Academy of Sciences, en idioma inglés), el impacto económico total podría exceder los 2 billones de dólares o 20 veces más que los costos del huracán Katrina. Podría tomar años reparar los transformadores, de grandes toneladas, calcinados por una tormenta como esa y eso afectaría la seguridad nacional.
Un reciente artículo publicado en Nature Communications y escrito conjuntamente por Janet G. Luhmann, una especialista en física espacial, de la Universidad de California, Berkeley, y por Ying D, un ex postdoctorado, describe qué es lo que confirió su potencia a la tormenta de julio de 2012, la cual fue similar al Evento Carrington. Por un lado, la EMC fue, en verdad, dos EMCs separadas por solamente 10 a 15 minutos. Esta nube de tormenta doble viajó a través de una región del espacio que había sido “limpiada” por otra EMC apenas cuatro días antes. Como resultado, las EMC no fueron desaceleradas tanto como es usual por su tránsito a través del medio interplanetario.
Si la erupción hubiera ocurrido apenas una semana antes, el sitio de la explosión hubiera estado apuntando hacia la Tierra, en vez de hacerlo hacia el costado; de modo que escapamos de la tormenta por poco.
Cuando el Evento Carrington envolvió la Tierra en el siglo XIX, las tecnologías de la época no eran muy sensibles a las alteraciones electromagnéticas. Por otro lado, la sociedad moderna depende mucho de las tecnologías sensibles al Sol, como los GPS (Global Positioning System, en idioma inglés, o Sistema de Posicionamiento Global, en idioma español), las comunicaciones satelitales e Internet.
“El efecto de una tormenta como esa sobre nuestras tecnologías modernas sería tremendo”, dice Luhmann.
Durante debates informales que tuvieron lugar en el taller, Nat Gopalswamy, del Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés), destacó que “sin las sondas STEREO, de la NASA, podría haber sucedido que nunca conociéramos la intensidad de la supertormenta que se produjo en el año 2012. Esto demuestra el valor de tener ‘boyas para el clima espacial’ ubicadas alrededor del Sol”.
Asimismo, esto destaca la potencia del Sol incluso durante las llamadas “épocas de calma”. Muchos observadores han notado que el ciclo solar actual es débil, quizás el más débil en 100 años. Claramente, hasta un ciclo solar débil puede producir una tormenta muy fuerte.
Baker dice: “Tenemos que estar preparados”.
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